Como rezar el rosario
Los invitamos a rezar de corazón y de alma, como la Madre Quiere, como el Cristo Pide, para la salvación de nuestras almas, de todas las ataduras que nosotros mismos nos infligimos por nuestro olvido Celeste.
Los invitamos a rezar el rosario blanco, como la Virgen Misma mostró en Lourdes, con la sencillez del corazón en la devoción a la Inmaculada Concepción, que es Su Gracia Santificante, el Rayo Blanco de Manifestación para purificar nuestras almas, y volver a ser niños otra vez, en una consciencia de pureza, para comenzar a caminar otra vez con esa sencillez.
Los invitamos a rezar el santo rosario de rodillas, buscando la humildad de un Francisco de Asís, con el alma del devoto, con verdadera devoción, donde su gozo más grande era verse, mostrándose a sí mismo tal cual era ante Aquel que Es, para que, a través de esta confesión, podamos hallar en el alma salvación.
Comenzamos con la Señal de la Santa Cruz
Por el Poder de la Santa Cruz,
de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios nuestro.
En el Nombre de Dios que Es Padre,
Dios que Es Hijo,
Dios que Es Espíritu Santo.
Amén.
Rezamos un Padre Eterno
Padre Eterno
Padre Eterno, que Estás en la Gloria del Cielo Celeste,
Glorificada y Santificada Sea la Luz de Tu Santo Nombre,
Venga a nosotros la Luz de Tu Reino Espiritual,
y Sea Establecida Tu Voluntad,
a través de Tus Mandatos de Amor y Misericordia Divina,
Danos hoy nuestro pan de cada día de nuestro bien providencial,
Perdona nuestras ofensas a Tus Mandatos de Amparo, de Amor, y
Misericordia Celestial,
Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden y nos
tientan,
Mas no nos dejes caer en caída o tentación,
Y presérvanos de todo mal que es satanás y sus legiones infernales,
Por el Poder de Justicia de San Miguel Arcángel, y sus Jerarquías
Celestiales,
En el Santo Nombre de Cristo Redentor,
A Quien Sea dada toda Gloria y Alabanza,
Hoy y siempre, para siempre, y para toda la Eternidad.
Amén.
Rezamos un Ave María por cada cuenta de la decena
Ave María
Dios te salve María, llena Eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tu Eres entre todas las mujeres, y bendito es el Fruto de tu
vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Al finalizar la decena decimos el Gloria
Gloria
Gloria a Dios que Es Padre,
Gloria a Dios que Es Hijo,
Gloria a Dios que Es Espíritu Santo.
Como érase en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sé la salvación del alma mía.
Repetimos todo desde el Padre Eterno, hasta completar las cinco secuencias de decenas.
Para terminar rezamos un Dios te salve
Dios te salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve, a Ti te llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos Tus ojos misericordiosos y,
después de este destierro, muéstranos a Jesús,
Fruto Bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce y siempre Virgen
María!
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor
Jesucristo.
Amén.